¿Te has visto dulce mujer
alguna vez entre dudas,
con pujanzas testarudas
frente a algún ciego querer?
O, ¿Has intentado volver
con serenidad altiva
a verte ante el mundo, viva,
con el corazón abierto
y el entusiasmo despierto
con tu virtud sensitiva?
El caso es que el negro pozo
de tus ojos soñadores,
parece un campo de flores
regado en aguas de gozo.
No sé si haya algún sollozo
que en soledad se desvíe,
o si tu boca sonríe
para ocultar la tristeza,
pero tú risa es grandeza
que hace que en ti se confíe.
No sé si tienes la fuerza
de levantarte sin odio,
pero no expresas agobio
que te lleve a ser perversa.
Más bien, una paz inmersa
contraria a la alevosía,
da a tus ojos poesía
y a tu semblante dulzura,
luz de amor a tu figura
sin rasgos de fantasía.
Sé que no es bueno juzgar
mal y bien a la ligera,
pero digo a mi manera
lo que en ti logro encontrar,
y hasta detiene mi andar
imaginar de repente
que el cielo es tan indulgente,
que en sus dádivas hermosas
infiltra almas generosas
que hacen pensar diferente.
Tu imagen la veo así,
frágil pero con bravura,
por una senda segura
de su objetivo y su fin.
Entonces dejo de mí,
este pequeño poema
poniendo en cada fonema
mi admiración y respeto
a ti, sin ningún secreto
con mi amistad por emblema.
Juan Guillermo Mora Peña
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